A lo loco, sin anestesia.

Si superas el email de hoy, entonces serás un verdadero insurgente.

Quiero que nos quitemos la tirita cuanto antes 😄

Durante esta fase de darle una vuelta de tuerca a la existencia, me he planteado todo el tema del sentido de la vida.

Algo que me ha agobiado un poco durante bastantes años es la idea de que, si venimos a este mundo con un propósito vital, o con una vocación instaurada en nuestros genes, yo no estuviera lo suficientemente espabilado como para darme cuenta de cuál es.

Y que por tanto esté desperdiciando mi vida.

Esto me ha llevado a lo que yo llamo mis pequeñas crisis existenciales, en las que me planteo qué estoy haciendo con mi vida, si es lo suficientemente grande, si voy a dejar huella…

Pero hace no mucho me planteé: ¿y si todo esto del propósito es otra trampa del sistema?

Otro mecanismo para hacernos siempre aspirar a más, no estar nunca conformes con lo que tenemos. Ya sea física o espiritualmente.

Entonces empecé a preguntarme cuál es la alternativa. Si la vida no tiene un propósito, ¿qué hacemos aquí? ¿Es existencialmente posible reconciliarse con esta idea?

El vacío que crea puede ser muy grande.

Pero de repente, algo hizo click en mi cabeza.

Si nos atenemos a términos puramente biológicos, nuestra única labor en este mundo es perpetuar la especie. Una vez que hemos hecho esto (o incluso si decidimos no hacerlo), el tiempo que nos queda aquí es de gratis. Un extra.

Entonces, ¿por qué nos empeñamos en encontrar sentido a algo que, quizá, no lo tiene?

Yo pienso que es porque nos creemos más importantes que el resto de seres vivos de este planeta, y nuestra capacidad de razonar, tentativamente más avanzada, en muchas ocasiones es una trampa.

Así que ponte en la hipótesis de que no hemos venido aquí a hacer grandes cosas. Simplemente a pasar ese tiempo extra como queramos. Sin juicios, sin presiones.

¿Cómo te hace sentir eso?

A mí al principio regular, no te lo voy a negar. La ausencia de propósito es algo con lo que no es fácil lidiar, sobre todo cuando hay algo que siempre te empuja a querer conseguir más cosas.

Pero, como te decía hace un rato, algo de repente hizo click.

Si no hay propósito tampoco hay obligaciones: no hay que rendir cuentas ante nada, ni ante nadie. Ni siquiera ante uno mismo. Y esto es muy liberador.

Piensa en cuántos aspectos de tu vida te estás esforzando o sacrificando solo porque se supone que es lo que tienes que hacer, ya venga desde fuera o sea auto-impuesto. Y cómo mejoraría tu día a día si pudieras elegir qué haces según te sientes en ese momento.

No quiero decir con esto que no debas perseguir grandes metas. Si eso es lo que te llena de energía cada día, adelante.

Pero si no, tampoco creo que haya que martirizarse. Si crees que no das con tu vocación, o que no descubres lo que has venido a hacer en este mundo.

Quizá esto sean constructos humanos que no existen realmente. Quizá no tienes una vocación. Puede que no hayas venido a hacer nada más que simplemente existir y disfrutar del camino.

Esta es la única certeza que tengo y que te puedo dejar hoy: que el camino hay que disfrutarlo.

Porque todo lo demás probablemente sean invenciones para tratar de darle lógica a algo que a lo mejor no la tiene: nuestra existencia.

Yo ahí te lo dejo para que lo reflexiones 😄

Si has leído hasta aquí sin desuscribirte, entonces me encantaría que me devuelvas el email y me cuentes tus impresiones al respecto.

Y mientras tanto, ¡disfruta de tu día!

Un abrazo,

Antonio.